El SAF (Sustainable Aviation Fuel) es el combustible “de moda” en la industria aeronáutica en el mundo. Los aviones que por miles atraviesan los aires de todos los países a diario, son los responsables del 2% de los GEI (Gases Efecto Invernadero), culpables en buena parte del sobrecalentamiento del planeta.
El combustible actual con base en fósiles, no solo emite CO2 como efecto nocivo, también óxidos de nitrógeno y nubes de vapor que son agentes de calentamiento más nocivos que el CO2.
La solución para la industria aeronáutica mundial es migrar a combustibles producidos no basados en petróleo y en consecuencia, renovables. Como ejemplos se pueden citar las biomasas agroindustriales y los residuos municipales y forestales.
La clave es que este nuevo combustible debe poder ser utilizado sin necesidad de hacer cambios en los aviones, pues esto terminaría por hacer inviable el cambio por costoso.
La buena noticia para los países productores de caña de azúcar es que desde hace 15 años se iniciaron las pruebas mezclando combustibles con etanol derivado de biomasas y el objetivo es que para el año 2050 toda la industria de la aviación mundial esté operando con combustibles no fósiles.
En esta carrera, la competencia para el etanol derivado de la caña de azúcar, parece ser el maíz americano aunque el etanol de la caña de azúcar tiene ventajas al tener menor contenido de carbono.
Para el 2030, se calcula el consumo en 3 billones de galones por año (https://biofuels-news.com/news/brazilian-sugar-cane-arrives-at-bioethanol-plant/) y Brasil claramente lleva la delantera en esta iniciativa. Ya se han iniciado exportaciones a los Estados Unidos. Colombia tiene una oportunidad gigante por su posición geográfica y climatológica. ¿La aprovecharemos?